Formación ignaciana

La Espiritualidad Ignaciana es la manera particular en que San Ignacio de Loyola vivió la experiencia del evangelio. Esta experiencia está recogida en los Ejercicios Espirituales, descrita por muchos como escuela de discernimiento, que a través de una serie de operaciones dispone el alma para hallar la voluntad divina.

Dentro de este proceso, los ingancianos buscamos el Magis: «el mayor servicio», «el mayor bien», «el bien más universal». Estas expresiones muestran una actitud básica: el rechazo a la mediocridad y al egoísmo, haciendo siempre el bien desde la voluntad de Dios.

En cuanto a la pedagogía ignaciana, la Ratio Studiorum constituyó un verdadero sistema, el primero en su género de carácter mundial. Muchos elementos de aquella pedagogía han pasado a ser patrimonio de la pedagogía universal. Por su parte, los jesuitas han tenido también que ir incorporando a su práctica pedagógica elementos de otras corrientes.

No obstante, sí se puede hablar una pedagogía ignaciana (PI). A pesar de sus puntos de coincidencia con otras pedagogías, lo que diferencia a la PI es la particular visión o concepción que San Ignacio tiene de Dios, del ser humano y del mundo. Alguno de los elementos considerados típicos de la PI, como la excelencia o la atención a la persona, pueden encontrarse en otros sistemas de educación. Lo que confiere a estos y a otros elementos un sello específico es la inspiración ignaciana que brota de los Ejercicios, de la Parte IV de las Constituciones y de la vida toda de Ignacio. Se podría describir la PI como el «modo nuestro de proceder» en educación.

Algunos investigadores de la educación han apuntado que existe toda una teoría del aprendizaje subyacente en los Ejercicios. Esta teoría incluiría, entre otros aspectos, el uso de los hemisferios del cerebro, las inteligencias múltiples y el recurso a diversos estilos de aprendizaje.

Los Ejercicios no son un tratado de pedagogía, pero ciertamente constituyen una experiencia pedagógica en sí y contienen los elementos de determinada práctica educativa. De manera espontánea e intuitiva, más que sistemática y deliberada, San Ignacio tuvo la genialidad de sentar en los Ejercicios las bases que han configurado la PI.

 

Fuente: Extractos del artículo Pedagogía Ignaciana del P. Gabriel Codina S.J. en el Diccionario de Espiritualidad Ignaciana, Mensajero- Sal Terrae, Bilbao-Santander 2007.